Lo que inicialmente comenzó siendo una experiencia más para los alumnos de 3º de ESO del Colegio Santa Magdalena Sofía en su visita a las instalaciones de Marina Port de Mallorca, ha ido evolucionando al punto de convertirse en un proyecto didáctico cada vez más ambicioso.
El colegio contactó con la marina para solicitar el acceso a las instalaciones para realizar unas prácticas escolares que consistían en la colocación de trampas de monitoreo y estudiar el proceso de bioincrustación. Este proyecto ocupa ahora un lugar destacado en la planificación del curso de estos intrépidos alumnos que, ansiosos por obtener respuestas, van dando forma a sus experimentos.
Dicho experimento consiste, primero en la construcción de sus propias trampas que posteriormente, van a colocar estratégicamente en dos puntos del puerto con la finalidad de estudiar cómo los microorganismos van poco a poco adhiriéndose al soporte utilizado para después analizar en su laboratorio las diferentes muestras que han ido extrayendo mensualmente.
Jaime Ripoll, el profesor encargado de impartir la asignatura Biología y Geología comenta que “aprovechando el tema de Estructura y dinámica de los ecosistemas, los alumnos crean unas trampas de biofouling a partir de material reciclado, para colocarlas en Marina Port de Mallorca y así recrear un ecosistema. Además, de esta forma llevan a la práctica una salida de campo y recogida de muestras donde aplicarán los conceptos de biotopo, biocenosis y sucesión biológica vistos en clase”.
Ripoll nos explica que “el proyecto antifouling surgió de la necesidad de plantear la asignatura de una forma más práctica, de modo que los alumnos pasaran de recibir los conocimientos de una forma pasiva, a verse plenamente involucrados en el proceso de aprendizaje, fomentando la creatividad, y acercando el mar y el mundo de la investigación al aula”.
Sin embargo, Ripoll no contaba con el entusiasmo con el que vivirían sus alumnos las recogidas de muestras, el análisis de las mismas y la interpretación de los resultados. “El proyecto fue creciendo y en una segunda fase se instalaron trampas con y sin antifouling para estudiar la diferencia de nivel de incrustación de organismos en superficies tratadas con estos productos y sin tratar. De los resultados obtenidos en esta última experiencia surgió la tercera fase del proyecto, que llevaremos a cabo próximamente y que ha sido impulsada por los propios alumnos al detectar que no había incrustación en ciertas partes de la trampa que no estaban tratadas con antifouling”.
Con el objetivo de dar respuesta a esta observación, los alumnos llevarán a cabo esa tercera fase para la que han diseñado una serie de soportes con diferentes partes de exposición para ver el comportamiento de la bioincrustación en función del tipo de aplicación del antifouling.
El profesor Ripoll nos comenta que “en general, la experiencia está resultando muy provechosa, y los objetivos iniciales del proyecto de aprender de una forma más práctica y de iniciarse en el método científico y la investigación, con el mar como telón de fondo, se están cumpliendo con creces”.
En Marina Port de Mallorca ya se ha señalizado una “zona didáctica de experimentos biológicos” como muestra de la ilusión con la que el Puerto acoge este tipo de iniciativas en las que siempre està dispuesto a colaborar.